Durante los últimos años, la semana laboral de cuatro días se ha instalado en la agenda política y social de diferentes países de la Unión Europea, entre ellos, España. El controvertido debate en torno a esta figura ha tomado forma en los círculos empresariales, aportando argumentos a favor, pero también en contra.
Los operadores jurídicos no son ajenos a esta situación, aunque por la propia naturaleza de la profesión, sometida al incesante ritmo de los plazos procesales o las operaciones de los clientes, de diferentes jurisdicciones y horarios, muy pocos se decantan por reducir la jornada laboral a cuatro días, al menos a corto plazo. A todos estos procesos hay que sumar la preparación de juicios, labores contables, fiscales, facturación o revisión de agendas.
La postura de los profesionales de la abogacía sobre el estado de esta cuestión, parte de una premisa muy alejada de la reforma de la jornada laboral. En la mayoría de los casos, sería imposible implementar la semana laboral de cuatro días, ya que, como también ocurre en otros colectivos como los autónomos, la semana laboral tiene en realidad 7 días. A día de hoy, esta nueva alternativa es pura Ciencia Ficción.
La salud de los profesionales de la abogacía
De esta manera, desde la abogacía independiente indican que nos faltan días cada semana y que sería preciso realizar una reflexión sobre la productividad y la eficiencia en el trabajo. Desde algunos despachos han señalado que sería conveniente llevar a cabo un análisis crítico sobre cuánto trabajamos en realidad, cómo facturamos nuestras horas y cuáles serían los beneficios y problemas de una semana de cuatro días.
De hecho, 8 de cada 10 abogados españoles estarían dispuestos a renunciar a parte de su sueldo para conciliar su vida personas y laboral. Esto, al fin y al cabo, influye de manera directa en la salud de los profesionales. Por eso, hace ya cuatro años, Lefebvre y el Instituto de Salud Mental de la Abogacía (ISMA), entrevistaron a más de 700 abogados de todo el país con el fin de conocer su situación, algo que no ha cambiado en la actualidad. De esta manera se publicó el I Estudio sobre la Salud y el Bienestar de la Abogacía Española.
Entre sus resultados, cabe resaltar que la mayoría de las personas encuestadas, si tuvieran la oportunidad, volverían a ejercer como abogados. En este sentido existe una satisfacción generalizada con la profesión, pues el 66,3% repetiría nuevamente como abogado. Por otro lado, los riesgos de la profesión se centran en el estrés, el sedentarismo, el insomnio y el sobrepeso. Al mismo tiempo, el 70% considera que la mejor calidad de vida se obtiene trabajando como autónomo o en un despacho pequeño. Pero la conciliación y los ingresos son dos asignaturas pendientes.
El difícil encaje de los operadores jurídicos en una semana laboral reducida
Los headhunters de la abogacía de los negocios pronostican que, en el caso de generalizarse la semana laboral reducida, este sector será de los últimos a los que llegará. Tanto en los grandes despachos, como, en cierta medida en los pequeños, hay que estar disponible las 24 horas del día, los siete días de la semana. La jornada de cinco días, a día de hoy, no se cumple en muchos casos, ya que hay muchos abogados trabajando los fines de semana en función de las necesidades de los clientes.
Así, un paso adelante en esta propuesta vendría marcado por la adaptación a una jornada de cuatro días de las Administraciones públicas, órganos judiciales y demás operadores. De esta forma, no sería tan descabellado pensar en la viabilidad de esta nueva jornada en el sector legal. Un dato a favor, es que antes de la pandemia no se barajaba la cierta flexibilidad que ha implantado la incorporación del teletrabajo. Especialmente en horario de tarde, está permitiendo a los abogados y procuradores tener menos presencia física en el despacho y por tanto, una mayor conciliación con la vida familiar.
Otra de las cuestiones relevantes en esta jornada laboral de cuatro días son las ‘horas facturables’. Un artículo publicado por la BBC en enero de este año, escrito por Joe O’Connor, director de Work Time Reduction Center of Excellence, señala la conveniencia del teletrabajo, pero que el concepto de ‘horas facturables’ está muy arraigado y que si se trabaja menos, se pierden clientes. Algunas empresas empiezan a implementar esta semana laboral priorizando el tipo de proyectos a la cantidad de los mismos, pero esto afecta de forma considerable a los ingresos. Los sectores que mejor se adaptan hasta ahora son el tecnológico, el de desarrollo de software, las TIC, las finanzas y servicios profesionales como el marketing.
Beneficios y perjuicios en los bufetes de abogados
Más que una semana laboral de cuatro días, lo que reclaman los abogados y operadores jurídicos es conciliación y flexibilidad, una demanda que es habitual entre los abogados más jóvenes. A pesar de estas cuestiones, los letrados de bufetes y empresas no se han planteado un cambio notable en este sentido. Hasta ahora, los profesionales se mantienen a la expectativa de lo que pueda ocurrir en Europa.
Entre los beneficios que aportaría su implantación destaca el descanso extra que podría tener la abogacía. Según un estudio de la International Bar Association publicado en 2021, uno de cada tres profesionales jurídicos afirmaba que su trabajo afectaba negativamente a su bienestar emocional. Cualquier descanso adicional en un sector tan damnificado por las largas jornadas sería recibido con los brazos abiertos. De esta manera se podría mejorar, teóricamente, la productividad, pero el trabajo que se realiza en cinco días, tendría que terminarse en cuatro.
En el aspecto negativo encontramos que la semana laboral de cuatro días se pincharía, si pese a la reducción, el teléfono no deja de sonar. Si el cliente quiere cerrar cierta operación a las nueve de la mañana, hay que cerrarla. Por otro lado, el citado aumento de la productividad iría probablemente ligado a un incremento del estrés. Los abogados tendrían que proporcionar el mismo servicio y asumir el mismo volumen de trabajo para conservar la rentabilidad. Además, en áreas sensibles, como transacciones, es muy dudoso que los clientes permitieran la ralentización de los procesos por la reducción de jornada de sus asesores. Son muchos los interrogantes que queda por dilucidar y no se estima que en los próximos años se pueda implantar esta jornada en el ámbito de la abogacía.
Desde el despacho de Abencys, ven este nuevo formato como una alternativa viable en determinados sectores, siempre y cuando no suponga un incremento del coste empresarial como consecuencia de la necesidad de llevar a cabo nuevas contrataciones. Por su parte, Mazars prevé la posibilidad de que sus profesionales cuenten con una semana laboral de cuatro días una vez al mes, pero recuperando las horas del día libre dentro de los otros cuatro días de la semana en cuestión. De esta forma, se contempla una semana más “extensiva”.